Se llama Aníbal Zurdo, pero es derecho. No juega en las Chivas, pero sí en el Guadalajara. Es más español que Rocío Durcal, pero podría jugar con la Selección Mexicana. ¿Dije podría?… ¡Debería, coño!
Tiene recorte, es veloz, dispara bien de media distancia, y con su 1.88 es un gran rematador de cabeza. Es peor que el Chicharito, pero mejor que Miguel Sabah.
¿Que juega en Segunda?… Como Andrés Guardado. ¿Que ya está viejo?… No más que Aldo de Nigris. ¿Que nomás vivió dos años en México?… Tantos como Nery Castillo. ¿Que su zezeo al parlar es insoportable?… Igualito al de Hugo Sánchez. ¿Qué su llamado sería una burla?… No más que la del Cherokee Pérez. ¿Que ni siquiera se sabe el himno?… ¡Como si Oribe fuera capaz de cantarlo tan bien!
Aníbal, segundo lugar de goleo individual en la segunda división de la segunda liga más importante del mundo es, apegados al artículo 3 de la Constitución de 1917, tan mexicano como los hermanos Dos Santos, e igual de seleccionable que Sinha. Esta temporada en Europa ha metido más goles que Vela, Giovani y hasta Chicharito. Sí, en un equipo de segunda división… pero ¿alguien se atreve a asegurar que el nivel de la Liga Adelante es mucho peor al de la Liga Mexicana? Yo no.
No digo que Zurdo sea el complemento con el que siempre soñó Javier Hernández, ni que nos guiará al quinto partido en Brasil 2014. Ni siquiera puedo asegurar que su presencia en selección sea más grata que la de Guille Franco… Pero sí tengo claro que no tenemos la producción de goleadores con la que cuentan Holanda, ni España, ni Alemania, ni Argentina como para hacerle el feo nomás porque es gachupín.
Si nació en México por accidente es lo de menos, si está interesado en jugar con la selección es lo de más. El futbol no es la patria, sino apenas un deporte en el que hay que meter goles. Y Aníbal parece saber algo de eso. Sería una pena que por puros prejuicios nos quedemos con la duda.
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